
05 May “Síndrome de la cabaña” y otras secuelas psicológicas del coronavirus
¿Y qué va a pasar después de la pandemia del COVID-19?
Llevamos varios meses viviendo en una constante situación de emergencia. Tratando con urgencia, de forma “ansiosa”, los problemas que nos rodean.
La prioridad, como es lógico, ha sido salvar vidas: evitar contagios y ser tan rápidos como fuera posible para tratar a los enfermos. Un ritmo frenético que ya arrastrábamos de antes, donde tampoco había demasiado tiempo que digamos para la expresión y el cuidado de las emociones. Pero que ahora se ha convertido en incuestionable dadas las circunstancias.
Dentro de este ritmo desenfrenado, se han desatendido enormemente las necesidades básicas de salud mental de la población (por no hablar de los sectores más vulnerables).
Especialmente del personal sanitario. Podríamos abrir apartados independientes solo para analizar su caso: enormes niveles de estrés a lo largo de mucho tiempo, miedo, frustración y la exposición constante a una realidad traumática. Desatendiendo su propio cuidado, tanto físico como psicológico. En medio de un contexto socio-cultural que “aplaude” el heroísmo, pero que se olvida de lo importante que es reconocer la fragilidad y la vulnerabilidad. Que invisibiliza que todos podemos rompernos en pedazos.
Últimamente estamos viendo muchas noticias relativas al llamando “síndrome de la cabaña”, como una de las secuelas psicológicas más comunes a las que se está enfrentando la población. Pero, ¿en qué consiste este fenómeno? ¿A qué hace referencia exactamente? ¿Podemos enfrentarnos a él y solucionarlo? Os contamos un poco más sobre este “síndrome” y sobre otro tipo de secuelas psicológicas consecuencia de la pandemia y del confinamiento.
En este post trataremos los siguientes temas
¿Qué es el “síndrome de la cabaña”?
Lo primero que debemos aclarar es que no estamos ante un trastorno, puesto que no aparece reconocido ni clasificado por los organismos internacionales pertinentes: la OMS (Organización Mundial de la Salud) o la APA (American Psyquiatric Association). Sin embargo, es interesante analizarlo, puesto que descubriremos en él problemas psicológicos y otras patologías. Y porque la metáfora es muy interesante para entender qué es lo que puede estar sucediéndole a un gran porcentaje de la población.
El “síndrome de la cabaña” no llega a ser un trastorno de agorafobia (miedo a la exposición pública, especialmente en espacios amplios y generalmente saturados o masificados). Sin embargo, no debemos menospreciar su importancia, puesto que puede desembocar perfectamente en dicha agorafobia.
Hablamos de un concepto que está siendo empleado para describir la inquietud, el temor o el rechazo que muchas personas están sintiendo ante la llegada del desconfinamiento y sus diferentes fases. Su hogar, por pequeño (o incluso incómodo) que éste sea, ha supuesto estos meses un refugio para ellos. Su zona de confort se ha reducido aún más. Y por lo tanto el exterior se dibuja como un espacio en el que no están a salvo.
En cierto modo, podríamos pensar que es incluso “razonable” tener este tipo de sentimientos. En medio de una pandemia de proporciones desconocidas hasta el momento actual. Donde todavía existen muchísimas incertidumbres sobre el futuro más cercano. Y donde el peligro del contagio sigue vivo y coleando: sin duda no podemos relajarnos y no tomar las medidas de seguridad necesarias. Si nos arriesgamos a la exposición, las consecuencias ni siquiera puede que las paguemos nosotros, sino otras personas más vulnerables.
No obstante, esto no puede paralizar nuestra vida radicalmente. Poco a poco debemos retomar nuestra vida “normal” (o ir caminando hacia la denominada “nueva normalidad”). Poder gestionar la incertidumbre y e ir dando pequeños pasos, apoyándonos en las medidas de seguridad, para enfrentarnos al mundo exterior. Pero claro, por muy elocuente que sean estas frases, esto no es tan fácil para todo el mundo.
¿Qué síntomas se relacionan con el “síndrome de la cabaña”?
Como os comentábamos, el “síndrome de la cabaña” es un fenómeno que engloba una serie de problemas psicológicos más específicos. Entre sus síntomas más evidentes podemos encontrar:
- Apatía, abulia o cansancio.
- Problemas para conciliar el sueño o sensación de no descansar por la noche.
- Problemas de atención y concentración.
- Ansiedad en mayor o menor grado; inquietud o desasosiego.
- Miedo e inseguridad.
- Rechazo o incapacidad a la hora de salir a la calle.
- Dificultad a la hora de mantener el contacto con amigos o familiares.
- Evitar incluso tareas cotidianas como ir a hacer la compra.
Como es evidente, la crisis del coronavirus puede afectar psicológicamente con más virulencia a aquellos sectores de la población más vulnerables. Por ejemplo, aquellas personas que ya presentaban problemas o patologías previas. En muchas de ellas ha provocado un repunte de su sintomatología, como ocurre con el caso de personas que previamente manifestaban cuadros ansiosos y/o depresivos.
Semanas y semanas de reclusión e imágenes trágicas está despertando problemas psicológicos en muchos de nosotros. Lo primero: jamás debemos avergonzarnos ni sentirnos culpables. Todos somos vulnerables. Y nos enfrentamos a una situación, sin duda, compleja a nivel social, económico y estructural.
Lo segundo: no debemos reprimir ni negar nuestras emociones desagradables. El miedo, la tristeza, la inseguridad, la incertidumbre, el agobio, el dolor… Todo ello nos está avisando de que tenemos que atender algo en nuestro interior. Ciertamente por nuestra cuenta hay medidas que podemos tomar para cuidar nuestra salud mental, pero la ayuda terapéutica por parte de un psicólogo puede guiarnos y ayudarnos enormemente en estos momentos.
No tienes por qué enfrentarte a esto en soledad. Recordar esto siempre es importante.
Dicho lo cual, los especialistas de la salud mental estamos observando y también vaticinando que dentro de poco nos encontraremos con muchos más casos de ansiedad, depresión e, incluso, cuadros de estrés postraumático. La mencionada agorafobia también será una de las claves de los daños colaterales de la pandemia a nivel psicológico, como lo serán también otros problemas vinculados a adicciones: drogas, juego y alcohol.
Y tampoco podemos olvidarnos de los trastornos obsesivos compulsivos, la dismorfia corporal y los trastornos de la alimentación, que crecen en circunstancias estresantes cuando el paciente siente que no tiene ningún tipo de control sobre la situación que le rodea. Y utiliza su propio cuerpo como saco de boxeo, por poner una metáfora que podamos entender todos.
Los mensajes gordófobos que se construyen en nuestros entornos, bajo la excusa de la broma, el sarcasmo o directamente amparados en la supuesta “salud” (insistimos, salud física y mental van de la mano, no podemos hablar de calidad de vida ignorando alguna de ellas), están haciendo mucho daño a los colectivos vulnerables. Principalmente en el caso de pacientes mujeres que sienten auténtico terror a subir de peso y que no terminan de aceptar jamás su aspecto físico.
El delicado equilibrio entre ‘forzarse’ e ir paso a paso superando retos
La terapia psicológica en manos de profesionales nos guiará en todo este proceso. Jamás debemos meternos prisa. Es importante que abracemos nuestras emociones. Pregúntate cada día cómo te sientes; puedes elaborar incluso un diario de tus emociones y sentimientos si consideras que puede ser de utilidad.
Reconocer nuestras emociones es el primer paso, una etapa importantísima para iniciar un proceso de reconciliación saludable con nosotros mismos. Si tienes miedo a salir de casa, no te “obligues” cuando sientas muchísima ansiedad como si estuvieras probando una terapia de choque. Eso solamente servirá para que te sientas peor y le cojas más rechazo. Debemos ir despacio; puede que incluso demos un paso hacia delante y dos pequeñitos hacia atrás antes de coger impulso para el siguiente.
Daniela Ochoa Hernández
Publicado a las 02:32h, 06 septiembreHola, hace casi 2 meses tuve el Covid y me dejó secuelas psicológicas, antes del Covid siempre fui nerviosa y anciosa pero el virus me dejó esos males agravados y ahora estoy en un momento de mi vida en el que nada me motiva, no me dan ganas de nada, quiero hacer las cosas, salir de la casa aunque sea caminar pero mi cuerpo no me responde, no me dan ganas, es como si estuviera muerto, no sé bien que me pasa, no suelo ser así, he perdido el interés hasta por mi aspecto físico, estoy muy delgada, apenas me da hambre, siempre estoy acostada y sin hacer nada, mi novio trata de ayudarme y entender pero esta situación se ha tornado angustiante para él también, no se
Laura Martos
Publicado a las 15:22h, 06 septiembreHola Daniela,
Teniendo en cuenta la gravedad de lo que nos cuentas que te está ocurriendo te recomendamos encarecidamente que busques la ayuda de un psicólogo para que te ayude con lo que te está ocurriendo. También podría ser conveniente pedir cita con tu médico de cabecera para una revisión.
Un saludo y esperamos que te recuperes