Miedo al abandono

06 Dic Miedo al abandono

El miedo al abandono es un temor básico y muy común pues se remonta a la etapa en la que somos pequeños y necesitamos a las figuras significativas para asegurar nuestras probabilidades de supervivencia. Este miedo es adaptativo y normal. Sin embargo, puede llegar a no serlo y que afecte en distintas relaciones y aspectos de nuestras vidas. Por ejemplo, anticipando las pérdidas de forma continua, temiendo que nuestros amigos/as desaparezcan o que nuestra pareja deje de querernos y rompa con nosotros.

Este miedo está relacionado con experiencias vitales de pérdida o trauma en el pasado y puede involucrar tanto el abandono físico como emocional.

¿Cómo se manifiesta el miedo al abandono?

Hay múltiples formas de sentir y de exteriorizar este temor tales como:

  • Altos niveles de ansiedad y estrés
  • Malestar físico
  • Preocupación
  • Autoestima baja
  • Sintomatología depresiva
  • Celos e inseguridades
  • Alerta
  • Desconfianza
  • Discusiones
  • No trazar límites y complacer a los demás para que no se vayan
  • Rechazar a los demás como anticipación a que nos rechacen
  • Comprobar de forma continua la estabilidad de la relación (pidiendo muestras de cariño, aprobación y reafirmación)
  • Comportamientos “extremos” para evitar por todas las vías ese rechazo o pérdida
  • Dependencia emocional
  • Evitar hacer amigos o comprometerse con los demás, sobre todo los primeros pasos ya que se anticipa la pérdida
  • Asumir la culpa cuando algo sale mal con la finalidad de que la otra persona no se sienta culpable y por tanto no haya un rechazo
  • Comportamientos controladores para “asegurar” que no va a ocurrir la pérdida

 

¿Cuál es el origen de este malestar?

La causa principal suele ser alguna experiencia traumática de abandono en la infancia. Esto se explica por el apego que durante la infancia se desarrolla y durante la edad adulta se expresa en las relaciones con los demás. En este plano depende de lo atendidas o no que fuesen las necesidades físicas y emocionales que se tuvieron durante la infancia. También podría darse si hubo cierta
intermitencia en esos cuidados o incluso la negligencia en la crianza.

Además, influyen las perdidas que se hayan podido experimentar, tales como un divorcio, rupturas de amistades o parejas, fallecimiento de seres queridos, adicciones o depresión en alguna de las figuras de apego, hospitalizaciones tempranas, cambios continuos de vivienda, etc. En el caso de haber vivido una ruptura de pareja se ha podido generar la percepción de no merecer cariño, poco valor y/o “nadie va a ser capaz de quererme”.

Una buena forma de poder averiguar el origen de este temor es identificar en qué situaciones surgen estos miedos, con quiénes y qué pensamientos vienen a la mente ante ese miedo.

 

¿Cómo trabajar el temor al abandono?

Como cualquier problemática, primero se ha de ser conscientes de qué es lo que ocurre y por qué. Por ello, si durante la lectura se ha sentido identificado, consúltelo con algún equipo de profesionales de la salud mental para poder trabajar ciertas áreas. Los ámbitos principales en los que actuar serán la autoestima, autosuficiencia, confianza personal, dialogo interior sano, autocuidado (interiorizar que tenemos derecho a ser tratados bien y que nosotros mismos debemos hacerlo), gestión de emociones, revisar las ideas irracionales que puedan estar interfiriendo en una vida plena, comprobar las expectativas que se tienen de cómo demostrar afecto, las creencias sobre el abandono y sobre merecer ser abandonado, etc.

El miedo a perder a la pareja, es una de las formas de miedo al abandono más visibles, pudiendo llegar a llamarse dependencia emocional. Este temor debería trabajarse para mantener unas relaciones más saludables, con comportamientos más adaptativos y menos controladores y/o autodestructivos, fomentando la comunicación, generando confianza y seguridad, y por tanto, un apego más seguro.

Cabe destacar también que el miedo al abandono forma parte de ciertas alteraciones como el Trastorno de la personalidad evitativo, Trastorno límite de la personalidad y Trastorno de ansiedad por separación. Por ello se recomienda acudir aun especialista para discriminar si es únicamente temor al rechazo o si forma parte de alguna de las alteraciones anteriormente mencionadas.

¿Qué aprendizajes puedo sacar del miedo al abandono?

– El miedo al abandono puede ser útil a la hora de ser sensibles a las pérdidas que se puedan tener en el día a día, sin embargo, esta sensibilidad puede desembocar en unas manifestaciones tanto físicas como psíquicas que generan malestar y producen desadaptaciones en diferentes áreas.

– Las formas de sentir y exteriorizar el temor al abandono son múltiples y varían en función de la persona y sus experiencias vitales.

– El origen de este miedo y su malestar suele estar en la infancia ante unas necesidades emocionales y físicas no satisfechas y, habitualmente, una ruptura relacional.

– Para trabajar este temor sería recomendable cultivar una buena autoestima y autocuidado para equilibrar la balanza entre la autovaloración y la valoración de los demás, es decir, una percepción más ajustada entre lo que creemos merecer y lo que merecemos.

– Una de las manifestaciones más habituales del temor al abandono es el miedo a perder a la pareja ya que se exterioriza con la dependencia emocional, celos y discusiones, es decir, formas muy visibles que permiten identificar este miedo y solventarlo.

– En el caso de percibir que algún ser querido se encuentra en una situación similar a lo anteriormente mencionado sería adecuado invitar a la persona a acudir a terapia y apoyarla durante el proceso.

– Es importante descubrir y aceptar las vivencias que han podido generar este temor, sabiendo que son experiencias del pasado que pueden servir para conocerse y entender las dinámicas que se han dado hasta el momento. Es decir, no culpabilizarse, sino comprender y recoger nuestras conductas y pensamientos.

 

¿Sientes que el miedo al abandona interfiere en aspectos importantes de tu vida? ¡Pide cita con nuestro equipo de psicólogas!

 

Espe artículo ha sido redactado por Gema Figal durante la realización de sus prácticas del MPGS.

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