
09 Dic Herramientas psicológicas para la ideación suicida
.En artículos anteriores se ha expuesto la problemática asociada al suicidio y la importancia de la divulgación, la información y el conocimiento sobre ello.
Dentro de esta idea, desde Mensactiva estamos comprometidos con dar visibilidad desde el compromiso social y la profesionalidad que siempre nos ha caracterizado, a través de nuestro blog.
Hoy queremos compartir una de las herramientas más útiles para trabajar y realizar un manejo inicial de la ideación suicida: el contrato terapéutico.
En este post trataremos los siguientes temas
Contrato terapéutico
Una de las herramientas que utilizamos los psicólogos es el contrato terapéutico, que cumple dos funciones principales: dar al paciente una guía rápida de qué hacer en caso de crisis, con los pasos claros de qué hacer y a quién llamar. Mediante este se busca adquirir un compromiso durante al menos 1 semana de no hacerse daño. Aunque el tiempo inicial mínimo del contrato, será de dos semanas.
Durante la terapia, el contrato se revisará para adaptarlo a la evolución del paciente, de manera que puedan incluirse nuevas estrategias que ayuden a que éste adquiera más control sobre su actitud.
Otras estrategias serán las de cuestionar el pensamiento mediante diálogo socrático y confrontación, distraer los pensamientos y generar alternativas incompatibles con el pensamiento, y en todo momento, transmitir confianza y esperanza.
El contrato debe plantearse como opción cuando se detecte que existe un nivel de riesgo entre medio y alto, de manera que resulte conveniente pactar con el paciente que no va a llevar a cabo ninguna auto – lesión ni intento de suicidio, durante un tiempo pactado entre terapeuta y paciente.
Además, el contrato incluirá el compromiso de que sí acudirá a la siguiente sesión agendada.
En el contrato, aparecerá un protocolo a seguir cuando aparezcan pensamientos suicidas de intensidad, de manera que el paciente sepa sin lugar a duda, con quién debe contactar en este caso. Estas personas serán familiares, servicios de Urgencias y Emergencias, y en casos concretos determinados por su intensidad, posibilidad de contactar con el terapeuta.
Es importante señalar que tanto el terapeuta como el paciente, contarán con una copia del contrato, y que el protocolo deberá incluir una secuencia lógica de acciones e intervenciones, determinada a partir de la intensidad y gravedad de los hechos. Este documento ayuda a dejar constancia legal del riesgo existente y las medidas, tanto para el paciente, como para sus familiares, favoreciendo de este modo la toma de conciencia sobre las responsabilidades asociadas a cada parte.
Un ejemplo de un contrato de este tipo sería:
La familia
El entorno cercano del paciente puede evitar muchas de las situaciones críticas, en los momentos más delicados y peligrosos. Cuanto mayor sea el riesgo de suicidio, más necesario será involucrar a otras personas cercanas y a otros profesionales. Se tratará de pedir permiso para comentar la situación con otros familiares, amigos, vecinos… para tener la situación lo más bajo control posible.
Evitar que el paciente pueda estar en soledad es fundamental en ciertos momentos, y la familia puede resultar de gran utilidad en estos casos. Es importante favorecer que las puertas de la vivienda estén abiertas. También habrá que eliminar fuentes de peligro como fármacos o tóxicos potencialmente peligrosos si están al alcance del paciente.
Además de actuar como elementos “protectores” que eviten las situaciones, también pueden cumplir una labor de “amortiguación emocional”. Esto se produce al ofrecer al paciente el apoyo cálido y seguro que necesitan en un momento determinado. Saber estar ahí, sin resultar agobiantes, directivos o invasivos, es una tarea fundamental para la familia en ciertos momentos.
En esta línea, es necesario que la familia comprenda primero la situación desde el punto de vista de una explicación profesional. Esto facilitará que ellos pueden ayudar e involucrarse de forma activa y eficaz en la asistencia al paciente.
Evaluar el riesgo
Evaluar el riesgo real de suicidio no es tarea fácil, porque es necesario conocer la realidad del paciente, sus ideas y pensamiento, sus intenciones…
Para ello, es necesario tener una buena alianza, que le ayude a liberar la tensión y angustia, así como, evitar en al medida de lo posible que se pueda culpar o actuar de forma impulsiva.
Es importante pedir ayuda en cuanto se tenga la más mínima duda sobre el tema, porque los profesionales llevarán a cabo esta evaluación de manera adecuada. Además, podrán llevar a cabo un
seguimiento semanal de la ideación suicida. Así, se controla la intensidad con que aparecen los pensamientos suicidas y el nivel de desesperanza, la posible planificación de la ideación suicida, el nivel de culpa, y la valoración de los apoyos y factores protectores con que cuenta el paciente.
Esperamos que el artículo haya sido súper útil, conociendo más sobre el contrato terapéutico, el papel de la familia y el riesgo de suicidio.
Si escuchas: “para vivir así, lo mejor es desaparecer”, “no valgo nada”, “estoy tan cansado de luchar y sufrir” … no mires a otro lado, y actúa. Los teléfonos de atención 024 y 112 están ahí para ti.
Además, siéntate con la persona, y desde el respecto y el cariño: escucha, empatiza, habla y actúa. ¡4000 muertes al año pueden evitarse!
Este artículo ha sido redactado por Ana Martínez Llorens durante la realización de sus prácticas del MPGS.
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