Vacaciones de verano y crisis de pareja: ¿cómo enfrentarnos a ella?

Vacaciones de verano y crisis de pareja: ¿cómo enfrentarnos a ella?

10 Jul Vacaciones de verano y crisis de pareja: ¿cómo enfrentarnos a ella?

Las vacaciones de verano parecen el momento perfecto para afianzar y reforzar nuestras relaciones de pareja. Tras las tensiones de todo el año, las cargas laborales, familiares y las diversas responsabilidades que nos estresan a diario, el verano promete traer aires renovadores. Pero, ¿por qué se producen tantas rupturas, precisamente, durante y después de esta época del año?

El periodo vacacional puede convertirse en uno de los detonantes más comunes de las crisis de pareja. Y es que parece que en verano no solamente podemos quemarnos la piel, también nuestra relación. ¿Qué podemos hacer para enfrentarnos a este problema?

Principales causas de las crisis de pareja en verano

Solamente en lo que va de año el número de demandas de separaciones y divorcios se ha incrementado en torno a un 1,2 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior.

El periodo estival es un caldo de cultivo perfecto para que surjan fricciones de todo tipo, las cuales se han mantenido latentes en los meses precedentes. En general, existe una tendencia arraigada en muchas parejas a no enfrentarse debidamente a los conflictos o insatisfacciones a lo largo del año.

Solemos echar la culpa de nuestra inquietud, malestar o angustia a las responsabilidades y rutinas cotidianas. El estrés laboral, el cuidado de hijos o familiares, los problemas económicos… Todo este tipo de factores pueden ser tan estresantes que terminan por devorarnos y hacer que no prestemos atención a nuestras necesidades más básicas.

Y si no cuidamos de nosotros mismos ni atendemos nuestro bienestar, ¿cómo vamos a poder dedicarle tiempo al cuidado de nuestra relación de pareja?

Conflictos no resueltos, desavenencias, frustraciones, inquietudes, miedos… Durante el periodo del año en el que estamos más relajados y tenemos más tiempo para escucharnos a nosotros mismos, podemos llegar a sacar a la luz, de forma brusca y sumamente dañina para nuestros vínculos afectivos, mucho malestar acumulado.

La convivencia de la propia pareja suele ser mucho más intensa en verano. Puesto que, durante el resto del año, el trabajo y otros compromisos o responsabilidades pueden llegar a fagocitar la práctica totalidad de nuestro tiempo. Y nos hacen estar menos presentes en nuestra relación.

De pronto, durante las vacaciones de verano, muchas personas se dan de bruces con la realidad de que llevan demasiado tiempo sin prestar atención a la persona que tienen al lado y con la que, en un momento del pasado, establecieron un compromiso que parece desvanecerse.

¿Cuáles son los factores más estresantes en las vacaciones de verano? ¿Qué podemos hacer para sortear las crisis de pareja en este periodo?

En muchos casos, como hemos anticipado ya, las parejas entierran los problemas a lo largo del año y no se atreven a enfrentar los posibles conflictos o desavenencias. Esta actitud “evitadora” se ve reforzada por argumentos relativos al estrés y otros factores externos, como los culpables de la situación deteriorada en la que se encuentra su relación.

Cuando llegan las vacaciones, lo más común es que todo explote y no tengamos las herramientas necesarias para enfrentarnos a ello.

Analizamos a continuación algunas de las problemáticas más comunes que surgen entre las parejas durante sus vacaciones. ¿Cómo podemos sobrevivir a las tensiones y cómo hemos de gestionar los conflictos? Existen aproximaciones terapéuticas saludables para fortalecer nuestra relación. Te ayudamos a reflexionar sobre ello:

  • La propia organización de las vacaciones puede ser origen de frustración, cuando sentimos que lo que estamos viviendo no se encuentra a la altura de las expectativas que nos habíamos creado. Planificar con entusiasmo es positivo, pero también debemos mantener los pies en la tierra y ser conscientes de nuestras circunstancias.

La idealización de unas vacaciones de ensueño (un concepto absolutamente intangible y muchas veces alimentado por la ficción de las “fotos perfectas” de amigos, familiares o, directamente, desconocidos, en las redes sociales) puede conllevar mucha frustración y desilusión.

Acabaremos decepcionados y pensaremos que la culpa de nuestra vida aburrida y monótona es culpa de nuestra relación. Cuando el gran problema es mantener unas expectativas ficticias; muy por encima de la realidad.

  • La presencia de los hijos que ya no pasan tantas horas en el colegio añade un factor estresante. Debemos ser conscientes de que los niños en verano pasarán muchas horas con nosotros, de modo que debemos estar preparados para atender sus necesidades sin dejar que monopolicen nuestro día a día.

Si podemos conseguir ayuda externa en amigos y familiares para disfrutar de tiempo solos en pareja no hemos de dejar pasar la oportunidad. Si no, es importante saber diferenciar qué tipo de tensiones se vinculan con la paternidad o maternidad, y cuales están íntimamente relacionadas con nuestras dinámicas de pareja.

  • La introspección y el respeto del tiempo de autocuidado es importantísimo. Si nosotros no estamos bien y a gusto con nosotros mismos, resulta inconcebible que consigamos reflotar nuestra relación de pareja. Prestar atención y escuchar nuestras emociones sin juzgarnos es crucial.
  • Manifestar a nuestra pareja estas emociones con asertividad es el siguiente paso. Es muy importante que comuniquemos nuestras sensaciones y sentimientos a nuestra pareja; sin tener que buscarles, para ello, una explicación lógica o racional. Por ejemplo: “Cuando te quedas callado y no me dices qué te pasa, me siento culpable y no sé qué hacer.”
  • Escucha a tu pareja sin pedirle explicaciones. Concédele el tiempo que necesita para explayarse en la descripción de sus emociones, sin interrumpir.
  • También debemos asumir que puede que el otro no nos cuente absolutamente todo y se guarde para sí mismo lo que considere como su privacidad. O bien, que hay determinadas cosas que no puede expresar en ese momento concreto y que necesita tiempo para poder comunicarlas. Ejercer presión solamente conduce a aumentar el distanciamiento, la suspicacia y la desconfianza.
  • Buscar el momento oportuno para hablar es una auténtica virtud que nos ayudará mucho en nuestras relaciones de pareja. Leer el lenguaje corporal y las señales del otro es tan importante como ser sinceros con nosotros mismos. ¿Cómo nos encontramos y cómo se encuentra el otro? ¿Estoy enfadado? ¿Mi pareja está dolida o muy nerviosa y necesita cierto espacio primero antes de hablar conmigo?
  • Si las vacaciones son familiares (hijos u otros miembros de la familia comparten tiempo y espacio con vosotros) es fundamental que busquéis tiempo de calidad para estar a solas. Tiempo que empleéis en compartir intimidad y no en “discutir” sobre organización y gestión del hogar, problemas laborales o económicos u otras “excusas” ajenas a vuestro vínculo afectivo-sexual.
  • Pero atención, porque tan importante es pasar tiempo de calidad en pareja como pasarlo solos con nosotros mismos. Concedernos el espacio necesario para respirar y oxigenarnos y saber concedérselo al otro es una clave fundamental para que nuestra relación se fortalezca y crezca.
  • La noche, después de una jornada ajetreada, no suele ser un buen momento para expresar emociones o pedir explicaciones respecto a algo.

Cuando estamos muy cansados después de todo el día, las horas nocturnas agudizan las sensaciones de malestar, lo cual nos impide expresar adecuadamente nuestros sentimientos. Podemos acabar enzarzándonos en discusiones muy poco productivas. Cuando no arrepintiéndonos de haber dicho palabras o expresiones que, en realidad, no sentimos con esa magnitud.

  • A la hora de enfrentarnos a una discusión (los conflictos existirán siempre, es importante recordar que la vida no es un balsa de aceite), debemos evitar que los gritos tomen protagonismo. Y, en el caso de que se den, tratar de bajar las revoluciones por parte de los dos. Sin embargo, es mejor alzar un poco la voz y tener que calmarnos que no llegar a expresar absolutamente nada. El silencio y la falta de comunicación es la dinamita de cualquier relación.
  • La máxima de “la mejor defensa es un buen ataque” no sirve para las relaciones de pareja (ni para mantener relaciones afectivas saludables con nadie, en realidad). Si recibimos un embiste verbal por parte de nuestra pareja, lo menos recomendable es atacar con todas nuestras armas y nuestro, hablando en planta, cabreo en su máxima efervescencia.

Además, cuando nos sentimos más vulnerables tendemos a estar constantemente a la defensiva, a la espera de ese ataque que nunca llega. Y, precisamente porque nunca llega, saltamos a la mínima oportunidad de forma altamente desproporcionada a los acontecimientos. En esas circunstancias cualquier gesto del otro se percibe como un ataque a nuestra autoestima.

  • Es vital que prestemos la atención debida a los elementos que nos gustan de nuestra pareja, y no solamente a las cosas que nos resultan irritantes.

El refuerzo positivo es una gran herramienta: decirle a nuestra pareja los elementos de su carácter que nos parecen buenos, cuándo un gesto nos ha resultado encantador o que un detalle nos ha conmovido ayudará a que la relación se fortalezca.

  • La frustración y los problemas respecto a las relaciones sexuales pueden agravarse en verano, porque los encuentros aumentan con el tiempo libre y el relax. Debemos prestar atención a nuestras necesidades, expectativas y problemáticas; del mismo modo que debemos hacerlo respecto a nuestra pareja. El diálogo, la comunicación, la sinceridad y la empatía aquí son claves.

No debemos olvidar que una crisis de pareja puede ser una oportunidad para aprender mucho sobre nosotros mismo y sobre la otra persona con la que hemos decidido compartir este momento de nuestras vidas. Si decidimos enfrentarla y gestionarla adecuadamente, podemos salir muy fortalecidos de una situación que, a priori, nos parecía insalvable.

La terapia cognitivo-conductual nos otorga muy buenas herramientas para afrontar las vicisitudes de nuestra vida en pareja desde una óptica constructiva y saludable. En MensActiva podemos ayudarte a gestionar los problemas, conflictos o crisis que se desarrollan en el seno de tu vida en pareja. ¡Consúltanos!

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