
20 May Ansiedad por exámenes: cuando quedarte en blanco es tu peor pesadilla
La ansiedad, en su debida proporción, puede llegar a salvarnos la vida. Si no experimentáramos ansiedad, no hubiéramos llegado a sobrevivir como especie: cualquier otro animal nos hubiera devorado o, simplemente, no hubiéramos tenido ningún impulso de seguir hacia delante.
Cuando nos enfrentamos a algún tipo de reto o prueba en nuestra vida que consideramos crucial o importante para nuestro futuro, es totalmente lógico que estemos “nerviosos” o “inquietos”. Por lo tanto, es sumamente razonable experimentar ansiedad “saludable”, puesto que tenemos que estar activos y en alerta para llevar a cabo nuestro reto o proyecto.
Nos acercamos, por ejemplo, a las fechas claves para muchos adolescentes que están a punto de dar el salto a la edad adulta joven. La selectividad está a la vuelta de la esquina y, para muchos alumnos, supone un factor de estrés y novedad muy importante.
La ansiedad por exámenes es sumamente común. El problema es cuando la señal de alerta y excitación se convierte en el detonante de otra serie de síntomas perjudiciales para nuestra salud mental o física.
De hecho, muchas personas llegan a experimentar un miedo absolutamente paralizante ante la realización de cualquier tipo de examen, test o prueba laboral. Tanto a la hora de enfrentarse a unas oposiciones, al test del carnet de conducir o a un examen de alguna asignatura especialmente dura en el instituto o en la universidad.
¿Qué podemos hacer para evitarlo? ¿Qué puede hacer un psicólogo o un especialista de la salud mental por nosotros? ¿Cómo podemos enfrentarnos a la ansiedad ante los exámenes y superarla satisfactoriamente? He aquí algunos consejos para, en definitiva, ser felices y poder superar nuestros retos vitales con nervio y emoción, pero sin miedo o terrores injustificados.
En este post trataremos los siguientes temas
Ansiedad en los exámenes: autoestima y miedo al fracaso
“Cuando me entregaron la hoja con las preguntas me quedé totalmente en blanco. Comencé a sentir que me asfixiaba, a sudar y rompí a llorar. Fui incapaz de escribir nada.” Esta frase es lamentablemente familiar para muchas personas que van a enfrentarse a un examen.
Lo peor de todo ello es que, más que probablemente, la persona que ha tenido esa experiencia tan desagradable se ha preparado, a conciencia, para hacer ese examen. Seguramente lleva meses, incluso, estudiando durante largas horas. Y también es muy probable que haya sacrificado su vida social y haya sido negligente respecto a sus horas de sueño, descanso y comidas.
¡Precisamente eso es lo que nunca debemos hacer! Estos son algunos de los principales errores que alimentan y hacen que la ansiedad salga fortalecida. El “autocuidado” es fundamental. Este concepto no implica otra cosa que querernos, respetarnos y cuidar de nosotros mismos, como la propia palabra indica. No prestar atención a las necesidades de nuestro cuerpo y nuestra mente nos pasará factura tarde o temprano.
Generalmente vivimos en una cultura en la que la idea del sacrificio está arraigada, muchas veces, de una forma insalubre para nuestra mente. La presión que ejercemos en nosotros mismos es tan excesiva que podemos terminar siendo arrastrados por pensamientos destructivos.
El hecho de no haber realizado un trabajo de fortalecimiento de nuestra autoestima, gracias a un seguimiento terapéutico profesional, es una de las principales causas que precipita este tipo de ansiedad.
La falta de confianza en nosotros mismos puede conducirnos a auténticos bucles de desesperación. Y esto repercute en nuestra salud: mental y física; pues están mucho más conectadas de lo que imaginamos.
¿Cuáles son los síntomas más comunes de la ansiedad por exámenes?
Entre los síntomas, sensaciones y pensamientos más frecuentes relacionados con la ansiedad frente a un examen podemos encontrar:
- Gran sentimiento de inseguridad y desconfianza.
- Sentimiento de inferioridad. Suele acompañarse del uso de un lenguaje dañino o “cruel” con nosotros mismos: “eres un/a inútil y no vales. Nada te sale bien.”
- Pensar obsesivamente en el examen y tener pesadillas o imaginaciones relacionadas con suspenderlo, con llegar tarde o no terminarlo a tiempo.
- Insomnio o dificultar para conciliar el sueño.
- Pesadillas o terrores nocturnos.
- Pérdida de apetito o conductas compulsivas con la ingesta de comida. Atracones con alimentos pobres nutricionalmente pero que generan satisfacción momentánea.
- Palpitaciones, taquicardia, hiperventilación.
- Mareos, sensación de malestar, bajadas súbitas de tensión.
- Cefaleas, migrañas o dolor de cabeza (generalmente de origen tensional).
- Ataques de llanto.
- Sudoración excesiva.
- Náuseas, diarreas, estreñimiento, dolores abdominales y problemas gastrointestinales en general.
- En el caso de las mujeres: fuertes alteraciones del ciclo menstrual.
- Incapacidad de concentración.
- Agotamiento, sueño y sensación de cansancio durante el día. Intranquilidad, nerviosismo y excitación excesiva durante la noche.
- Irascibilidad, ira o rabia y cambios repentinos de humor.
- Pensamientos negativos respecto a nuestra valía personal y sensación de fracaso.
- Dolor en el pecho o en la espalda y sensación de que tenemos algún tipo de problema o cardiopatía.
- Ideación suicida.
- Vergüenza o miedo frente al desempeño de nuestra actividad escolar o profesional.
Ansiedad anticipatoria y ansiedad frente a exámenes, pruebas o retos
La ansiedad que provoca un examen o una prueba en determinadas personas tiene que ver con la que denominamos “anticipatoria” o “por anticipación”.
Este tipo de estados ansiosos se relacionan con una fuerte intolerancia a la incertidumbre y a la pérdida de control. Es muy habitual que se dé en personas con una gran exigencia sobre su rendimiento; y un sentido de la responsabilidad que podríamos considerar obsesivo.
La ansiedad anticipatoria o por anticipación genera lo que calificamos como “distorsiones cognitivas”: pensamientos que no se corresponden con la emergencia o urgencia de la situación en concreto. Y una alteración de la realidad respecto a las propias facultades, virtudes o defectos de la persona que lo padece. El lenguaje negativo, pesimista e hiriente al que hacíamos anteriormente referencia tiene mucho que ver con estas distorsiones cognitivas.
Una de las respuestas contraproducentes de este tipo de ansiedad son las conductas procrastinadoras. Esto es, la evitación del momento del estudio o de las responsabilidades por sentirnos totalmente agobiados y abrumados.
La ansiedad es sumamente incapacitante. Si nos encontramos fatal y experimentamos algunos (o varios) de los síntomas anteriormente descritos, nos será sumamente complicado poder enfrentarnos a la situación de organizar nuestro tiempo de estudio.
Esta postergación termina jugando totalmente en la contra de las personas con ansiedad. Puesto que, si todo se nos acumula al final, el agobio y el pánico irán proporcionalmente en aumento. Y las probabilidades de que no podamos concentrarnos o rendir adecuadamente, también. Todo ello es muy plausible que termine por desembocar en resultados muy insatisfactorios.
¿Qué podemos hacer para reducir la ansiedad en períodos de exámenes o ante pruebas importantes?
En primer lugar, enfrentarla sin querer destruirla o acabar con ella lo antes posible. Esto solamente nos conducirá a estar aún más ansiosos y será contraproducente.
Como apuntábamos al principio, la ansiedad en su justa medida es una alerta ante un peligro o una situación inquietante que se avecina de forma inminente. Puede sernos de gran utilidad si la escuchamos y la canalizamos de forma adecuada.
Especialmente porque el efecto de “miedo al miedo” termina convirtiendo la ansiedad en una bola de nieve que se retroalimenta del malestar y que crece y crece hasta resultarnos insoportable. Hemos de enfrentarla con las herramientas que nos proporciona la psicología o la terapia.
Asimismo, es necesario que tengamos en mente una serie de recomendaciones que nos serán de gran utilidad:
- Evitar los excitantes o estimulantes como el café o las bebidas energéticas: aumentarán nuestro malestar físico y nos impedirán dormir adecuadamente por la noche.
- Fijar tiempos de descanso y sueño y respetarlos: si nuestra mente no descansa, nuestro cuerpo terminará resintiéndose. Los exámenes son una carrera de fondo en donde el descanso, la distracción y el ocio son igual de importantes que el esfuerzo y el tiempo de trabajo.
- La alimentación es sumamente importante y jamás debemos descuidarla. Comidas saludables y nutritivas; equilibradas pero nunca restrictivas, que contengan todo tipo de minerales, vitaminas, nutrientes, calorías y la glucosa necesaria para que nuestro organismo funcione ante las exigencias.
- Reconducir los pensamientos negativos hacia pensamientos positivos: para ello la terapia es fundamental. A veces, hemos de “re-aprender” a tratarnos a nosotros mismos.
- Y, por supuesto, las técnicas de relajación y respiración y la terapia cognitivo-conductual en manos de profesionales nos serán de gran ayuda para gestionar situaciones estresantes y construir una autoestima, fundamental para enfrentarnos a cualquier situación de nuestra vida.
¿Te enfrentas a algún examen importante próximamente? ¿Qué sentimientos o sensaciones te provoca esa idea? ¿Qué tipo de lenguaje usas contigo mismo? ¿Percibes que cuando tu hijo o hija tiene que hacer un examen experimenta alguno de los síntomas anteriores? No dudes en contactarnos y contarnos cuál es tu caso. ¡Podemos ayudarte!
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